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Libia en la Encrucijada
Por: León Opalín
Los nuevos regímenes emanados de las revueltas de la primavera árabe que substituyeran a añejas dictaduras, enfrentan dificultades para impulsar una transición política pacífica hacia la democracia, no tienen una cultura ni instituciones que ayuden a facilitar este proceso. Por lo demás, organizaciones islámicas integristas merodean a estos gobiernos para que impongan legislaciones basadas en los preceptos de la Shihad (Ley Islámica), incluso en Londres extremistas de esta fe se han propuesto que rija en sus comunidades, hecho que ha causado estupor en toda Europa.
En este ámbito, la caída del dictador Gadafi en Libia después de una guerra civil que duró más de ocho meses y causó alrededor de 20,000 muertos, presenta incógnitas sobre el rumbo que le darán a el país los nuevos gobernantes emanados del Consejo Nacional de Transición (CNT), que ha establecido que en ocho meses un Congreso Nacional de 200 miembros "daría vía libre a elecciones multipartidistas y a una nueva constitución en el 2013".
Libia fue gobernada de manera centralizada durante 42 años por la feroz dictadura de Gadafi que logró unificar a las diferentes tribus de ese país; sin embargo, con su muerte se crea un vacío político, en virtud de que Libia no tiene instituciones adecuadas para que sus seis millones de habitantes vivan en democracia. Adicionalmente al divisionismo que se evidencia en el CNT, preocupa que se pueda desatar una etapa de revanchismo entre los diferentes grupos existentes. La ejecución de Gadafi inmediatamente después de su captura evidencia que este riesgo está latente; asimismo, la aparición de cadáveres en varias poblaciones de Libia podrían ser indicio de ejecuciones sumarias de Gadafistas en manos de rebeldes. Será difícil desarmar a decenas de miles de hombres que con ánimo de venganza se mueven por toda Libia; paralelamente grandes cantidades de armas han salido de Libia y se venden en el mercado negro del Medio Oriente.
Por otra parte, preocupa que el Presidente del CNF, Mustafá Abdul Yalil; Exministro de Justicia de Gadafi, haya afirmado que Libia "como país musulman ha adoptado la Sharia como principal fuente de legislación y toda la ley que se contradiga con ella será nula", en la práctica las interpretaciones de la Sharia suelen ser incompatibles con la democracia.
Cabe destacar que Libia enfrenta el costo de la reconstrucción física del país, especialmente del sector petrolero, pivote de su economía que le generó 32,000 millones de dólares en el 2010. Libia es el país con mayores reservas probadas de petróleo de África, con 42,000 millones de barriles y 1.3 billones de metros cúbicos de gas. Antes del conflicto bélico producía 1.6 millones de barriles diarios de crudo que representaban el 96.0% del total de sus ingresos de exportación; se estima que la normalización total de la producción petrolera llevará de 12 a 18 meses. Igualmente habrá que reconstruir las ciudades e infraestructuras que fue arrasada por la guerra. En el presente Libia no posee los recursos, ni la capacidad técnica para lograr este propósito, incluso falta mano de obra, en el país había dos millones de inmigrantes (1.2 millones egipcios) que salieron del mismo por el conflicto bélico. Asía, Libia se hace vulnerable de la ayuda internacional, sobre todo a la voracidad de las compañías petroleras extranjeras. Para aliviar la difícil situación económica de Libia, la Unión Europea ha cancelado las sanciones impuestas a bancos y empresas petroleras y levantado el bloqueo a puertos y a las líneas aéreas; falta recuperar la fortuna de Gadafi que tiene en el exterior calculado entre 50,000 y 150,000 millones de dólares.
La primavera árabe ha creado el temor en las monarquías, y en otros regímenes del Medio Oriente que consideran que están en la lista de revueltas y en Europa, en virtud de que "ocurren muy cerca, en una región de vital importancia geoestratégica para el mundo y en un momento en el que la población europea, alarmada por la inmigración, la crisis económica y el terrorismo, tiende a cobijarse en ideologías reaccionarias"; para muestra, la masacre de Anders Behering en Noruega de julio pasado. Los vientos renovadores de la primavera árabe parecen profundizar la Xenofobia de las Comunidades Neonazis de Europa. El extremismo fundamentalista y la ultraderecha occidental se enfrentan en Afganistán e Irak, entre otros frentes de guerra, haciendo cada vez más difícil preservar la paz mundial; la revolución de la primavera árabe sólo parece provocar cambios cosméticos en las estructuras políticas de regímenes que no propician la movilidad social y la democracia.